Cuentan que una vez había un hermano que pertenecía al rayo porque quizás ellos también aquí nacen, dicen que un hermanito de él estaba terco que quería subir; un día quién sabe cómo le hizo, lo convenció a llevarlo con él hasta arriba. Se fueron en lo alto, dicen que era en el cielo donde vivían. Después de un tiempo lo mandaron a la cañada a buscar plátano. Llegando al platanar vio que podía tejer mecate, mucho mecate, entonces se le ocurrió de enredárselo y de bajar para regresar a su casa. Allá en el terreno dilató mucho tiempo haciendo y amarrándose el mecate; amarró cantidad de mecate y luego se vino bajando, pero estaba lejano y no fue suficiente el mecate y quedó colgando.
Entonces vino el hermano, lo sacó y lo llevó allá en el terreno y le dijo que si lo volvía a hacer lo iba a castigar, pero no le dijo lo que le iba a pasar. El hermanito pensó que para llegar le faltaba poco y entonces empezó a hacer otro tanto de mecate y a amarrarlo, dilató dos días sin regresar, pero cuando se soltó no llegó, no le faltaba mucho, ya lograba ver las matas pero aún estaba lejos y se iba a caer; vino el hermano y como vio que ya no era posible y no se quedaría, trozó el mecate y lo dejó caer, cuando llegó al suelo se hizo “xix”, pedazos, de donde salieron el corozo, el guano, el jahuacte los persigue el rayo porque de allá salieron, porque se cayó y despedazó todo, de ahí es de donde nacieron esos animalitos, esos gusanitos, por eso los persigue el rayo. Dicen los antiguos que ese hombre se volvió así porque se despedazó y de ahí salieron muchas de esas cosas que se dan en abundancia. Dicen también que el rayo come la gente.
Pedro Santiago Morales (narrador) en Relatos y leyendas chontales de Tabasco, Daniela Maimone Moroni (recopiladora), México, Grupo profesionales Gráficos de México, 2010, pp. 39-40.
Universos Sonoros Mayas. Un estudio diacrónico de la acústica, el uso,
función y significado de sus instrumentos musicales
CONACyT 157146